jueves, 5 de abril de 2007

Amalgamas venenosas: boca sin caries, sangre con metales...

El impacto de las amalgamas dentales sobre la salud.
Por el Dr. Héctor E. Solórzano del Río
Presidente del colegio Jalisciense de Médicos Homeópatas universitarios, A.C.

Cada vez que uno come, mastica o se cepilla los dientes, se puede acercar al desencadenamiento de una enfermedad degenerativa, especialmente del sistema nervioso. En cualquier diccionario podemos encontrar que el mercurio es venenoso y que forma uno de los principales componentes de las amalgamas dentales. La fórmula hoy de una amalgama dental típica es; 50 % mercurio, 35 % plata, 13 % estaño, 2 % cobre y una pequeñísima cantidad de zinc. El mercurio se puede convertir en una toxina letal en la boca cuando se vaporiza. Cuando se aplica en los dientes, el mercurio, además, genera corrientes eléctricas dañinas en la boca de los pacientes. Estas corrientes son mayores y peores cuando existen también en la misma cavidad bucal, otros metales como el oro. Hemos encontrado corrientes con valores superiores a los 200 mV. Se ha descubierto que cuando se mastica, la producción de vapores tóxicos de mercurio aumenta hasta 6 veces. Los dentistas prefieren las amalgamas de mercurio porque éste es excepcionalmente plástico. Es el único metal pesado que es líquido a temperaturas regulares. Hubo otras razones aparentemente sólidas para promover el uso del mercurio líquido; Ayuda a disolver otros metales. Fácilmente forma aleaciones moldeables con ellos. Se une extremadamente bien a las paredes de la cavidad del diente. Esta característica única y aparentemente útil del mercurio, también conserva a las bacterias acorraladas. El mercurio es mucho más económico que el oro. Aunque muchas personas conocen a las amalgamas como de plata, en realidad, ya vimos que el 50 % de su contenido, es mercurio. Como sabemos, son muy populares, pero en la última década, se han hecho pruebas muy concienzudas sobre su supuesta inocuidad por instituciones universitarias reconocidas y los resultados son impresionantes. La Universidad de Calgary condujo una investigación científica sobre el tema debido a que se utilizan, cada año, sólo en Norte América, 100,000 kilogramos de mercurio para las amalgamas dentales. Este estudio demostró que los vapores de mercurio se liberan también durante la masticación. Cuando se les colocaron a unas ovejas amalgamas en sus dientes, a los 29 días después, se pudo corroborar la presencia de mercurio en varios órganos y tejidos con los cambios degenerativos correspondientes. Esta es una de las razones por las que el gobierno de Suecia prohibió la colocación de amalgamas dentales en mujeres embarazadas debido a su habilidad no sólo de penetrar la barrera hematoencefálica (es decir que llegan al cerebro) sino que aparentemente también atraviesan la membrana de la placenta.

El Dr. Fritz Lorscheider publicó en la revista Insight un artículo sobre el tema y su conclusión es; El mercurio es altamente permeable hacia las membranas celulares y como vapor puede fácilmente moverse a través de los pulmones hacia la sangre y el tracto gastrointestinal. La Asociación Americana Dental fue acusada de representación fraudulenta el 20 de Septiembre de 1990 en una corte federal de los EE.UU. por más de 35 dentistas que son miembros de la asociación. Los cargos de la demanda judicial dicen "durante el curso de los años, la asociación, a propósito, ha transmitido información errónea con respecto a la fluoración del agua, el flúor en los dientes y las amalgamas...en un intento para evitar la responsabilidad y proteger su reputación". En un artículo publicado en la revista Physiologist, el Dr. Summers explica que descubrió que en sujetos humanos que tienen amalgamas dentales, ha encontrado bacterias resistentes al metal y que lo reciclan dentro del cuerpo del paciente. Un reciente reporte aparecido en la revista alemana Natur, se habla de la historia de un paciente que sufría de la enfermedad de Alzheimer y cómo se recuperó de su enfermedad cuando le extrajeron los amalgamas dentales. Advierte el autor, Sr. Warren que si se forman caries a nivel de las endodoncias, el riesgo de que se disperse el mercurio por los vasos sanguíneos, es mayor. Un periodista austriaco también sufrió una situación similar. El Sr. Ernst Ebm estuvo confinado a una silla de ruedas. Después de muchos intentos inútiles, le extrajeron todas las amalgamas de los dientes. Y desde entonces está bien de salud. Los dentistas y sus asistentes sufren, por lo general, de la peor intoxicación por mercurio. Se ha descubierto que tienen mercurio en el pelo y en las uñas y se ha encontrado también que tienen niveles 70 veces más altos en la glándula pituitaria que los grupos de control. Es importante aclarar que cuando una persona presente una intoxicación crónica por mercurio, no debemos de culpar únicamente a los amalgamas, ya que el mercurio puede adquirirse accidentalmente a través de diferentes fuentes. Tal es el caso de la combustión a carbón, interruptores eléctricos de mercurio y baterías eléctricas. Algunas personas se contaminan de mercurio al rompérseles bulbos de barómetros o termómetros de mercurio. Durante la investigación sobre el origen de la contaminación mercurial, debemos de recordar que muchos trabajadores industriales están expuestos al mercurio en la manufactura de termómetros y otros equipos científicos, así como en la manufactura de celdas secas y el empaque de compuestos de mercurio. Aunque la ingestión de pescado puede ser una ruta principal de exposición ambiental al mercurio orgánico. Esto ocurre porque el mercurio, descargado en las vías fluviales por fuentes industriales y transformado en mercurio orgánico por los microorganismos, se bioacumula en el pescado. Muchos metales pesados son altamente tóxicos al feto en desarrollo. Los niños envenenados por mercurio en Minamata, Japón ilustran la total vulnerabilidad del feto.

El metilmercurio, descargado por una planta cercana productora de vinil, contaminó las aguas de la bahía y siguió la cadena alimenticia en la dieta de las madres de los niños. Mientras que las madres aparentemente no fueron afectadas, muchos de sus niños murieron y otros fueron horrible y tristemente deformados. Actualmente no existe un producto perfecto para substituir a las amalgamas de mercurio, pero hay varias cosas que podemos hacer para ayudarnos. Un método efectivo para determinar el grado de acumulación de mercurio en nuestro cuerpo, es el análisis mineral del cabello. A través de él, podemos determinar los niveles de los 37 minerales normales. También podemos medir los niveles de los 7 principales metales pesados (cadmio, plomo, arsénico, bario, berilio, aluminio), entre los que se encuentra el mercurio. Esto es muy útil en la clínica para demostrar científicamente la repercusión que pueden tener los amalgamas dentales en la salud general del paciente. Entre los productos naturales que se pueden usar para prevenir la intoxicación crónica, están el selenio que se enlaza con el mercurio, la vitamina C y la E. Los suplementos regulares de sílice fortalecen las encías y las estructuras óseas dentales y ayudan a evitar que se formen caries. Antes de considerar que se nos coloquen las amalgamas en nuestras bocas, es recomendable que se nos haga una prueba de Biocompatibilidad para poder determinar cuál es la mejor alternativa dentro de la gran gama de materiales disponibles. La Sociedad de Investigación de Acupuntura y Medicina Oriental A.C. participó en el Simposium Internacional sobre la Toxicidad de las Amalgamas de Mercurio y su conexión con la artritis, la Esclerosis Múltiple y la enfermedad de Alzheimer. Este evento se llevó a cabo en The Robson Square Conference Centre en Vancouver, B.C. Canada del 17 al 20 de Mayo de 1991. Entre los destacados dentistas que fueron ponentes, se encuentran la Dra. Sandra Denton de la American Board of Emergency Medicine and Chelation Therapy y el Dr. Hal A. Huggins del Huggins Diagnostic Center. La FDA (equivalente a la Secretaría de Salud) ha obligado en algunos estados de EE.UU. a que los dentistas pidan un consentimiento por escrito a sus pacientes, antes de aplicar amalgamas de mercurio en sus dientes, donde se advierte sobre los riesgos que esto implica. Hay un libro muy interesante titulado "Envenenamiento por Mercurio de las Amalgamas Dentales - Un Peligro para el Cerebro Humano" escrito por el Dr. Pratrick Stortebecker,M.D.,Ph.D. profesor asociado de neurología del Instituto Karolinska de Estocolmo. En este libro se habla del transporte del mercurio dentro del cuerpo humano por diferentes vías hacia el cerebro, lo mismo que la conversión microbiana de mercurio inorgánico en mercurio orgánico. El objetivo del libro es presentar una visión panorámica de las características del mercurio y su toxicidad, en particular, su acción dañina sobre el sistema nervioso. Aquí también se informa sobre las secuelas serias que se generan debido a la intoxicación por mercurio, el cual, se libera continuamente de las amalgamas dentales. Por último, el Dr. Stortebecker dice que el mercurio liberado se asienta en las membranas de las mucosas de la cavidad oro-nasal, de donde se transporta todavía más allá dentro del cuerpo, especialmente hacia el cerebro.

Carta para la Doctora Claudia Angélica Soto Peredo

Doctora Soto:
Desde que descubrí que tenía la virtud de proteger al hígado, llevo varios años rastreando las propiedades del Cardo Mariano (silimarina) pues mi padre padeció cirrosis -era alcohólico-; ése fue uno de varios motivos que lo llevaron a morir y a dejar dos familias sin su pilar masculino. A partir de su muerte me prometí descubrir las curas que hubieran evitado su deceso. Esto, por parte de mi rama familiar paterna, que es colombiana; por la materna, mexicana como el aguacate, casi la tercera parte de mis tíos-abuelos han tenido la desgracia de perecer por las complicaciones de la diabetes. Se imaginará la sorpresa y júbilo que sentí cuando le otorgaron el premio por su casual descubrimiento: ¡la cura definitiva de la diabetes! -por cierto, ¿en verdad fue tan fortuito, o andaba caminando por esos lares a propósito?-. De repente me topé con una medicina que hubiera por lo menos prolongado la vida de bastantes seres amados, si no es que les hubiera evitado morir por lo que murieron, causa nada salvífica o heroica: hidratos de carbono en exceso. Ahora mismo algunos de mis tíos siguen con la tradición familiar del refresquito de 2 litros por piocha diariamente y la bolsa gigante de pan dulce, que para colmo incluye en su magistral receta la cancerígena grasa hidrogenada, y para variar ya están corriendo en la recta final de los diabéticos irredentos que están a punto de perder vista y extremidades. O sea: están a días de conocer la medicina que les salvará el pellejo. Y, honor a quien honor merece: lo último por su intervención Doctora. No me malentienda, esta carta no es sólo para agradecerle lo dicho, también es para otros menesteres que a continuación le expondré.

Leí con atención la patente, en particular los experimentos con esos malogrados seres a los que administró el tóxico diabetogénico (aloxane), y quiero destacar la proporción en la que tomaron Silimarina, pues habla de 120mg./Kg. de peso, lo que trasladado a un humano como yo, de 90k., sería equivalente a una ingesta de 10 gramos de extracto. Eso suena a bastante, a píldoras del tamaño de un huevo, o ampolletas inyectables tal y como se las imaginan los niñitos enfermos en sus pesadillas, ¡gigantescas! Además, siempre menciona a la Silimarina acompañada del omnipresente carbopol; a un lego desconocedor de sus propiedades le haría caer en el error de pensarlo como parte de la terapéutica y no como simple vehículo que facilita la administración o absorción del verdadero principio activo, que es el extracto del Cardo Mariano, la Silimarina.

Creo que imagina por donde voy: pretendo creer que puso así la información para despistar a los incautos y permanecer parcialmente con el secreto de la dosis en sus manos. Esos 120mg. de Silimarina casualmente son la misma cantidad que tiene cada tableta del único producto a mi disposición en la Ciudad de México que contiene extracto estandarizado de Silimarina; supongo que tomando la dosis de esas tabletitas queda dada una ingesta adecuada, así que he recomiendo a cuanta persona puedo que los sextupliquen, dividiéndolos por las tres comidas típicas del día, e ingiriéndolos una hora antes de comer. Dicho de otra forma: 2 tabletas de Etagerin una hora antes de cada alimento. Claro, ¿verdad?; el carbopol queda en el olvido y la medicina presente a menos, por supuesto, que nos aclare alguna de dos cuestiones:

1) ¿Es el carbopol verdaderamente necesario para que la Silimarina se absorba bien, o cualquier excipiente cbp puede facilitar con igual eficiencia su absorción?
2) ¿Es extrapolable la ingesta que dio a las ratas (120 miligramos por cada kilogramo de peso, a los humanos, o en realidad puso esa proporción para despistar?

Verá Doctora, siendo la Diabetes endémica de nuestro país, sería un crimen de omisión vetar el acceso inmediato de la población al medicamento que puede detener tanta enfermedad y muerte, y supongo que coincidimos en este punto. Le quiero ejemplificar esto. En un hospital del Distrito Federal se llevó a cabo el protocolo para aprobar el uso del
ácido glicirricínico como un antiviral de uso tópico en lesiones herpéticas o papilomatosas, como los fuegos labiales o corporales y el condiloma acuminado, respectivamente; total que se aprobó. Se llama Epigen el chunchesito ese y cuesta casi $300 en la farmacia París (que se supone barata). En el documento que explica su farmacocinética y el proceso con el que se fabrica hablan de una activación de la molécula de ese polisacárido por medio de electricidad, pero jamás son lo suficientemente claros como para darle al paciente libertario la capacidad de duplicar esa supuesta activación en casa o de fabricarse él mismo su pomadita o aspersor, cuando sí existe la posibilidad de que alguien de bajos recursos se pertreche de la medicina que lo curaría por sólo $20 en esa misma farmacia, ya que el famoso y rimbombante Epigen está hecho con una raíz cuyo costo ya molida no excede de $10 por ¡100 gramos!, y si a esto le sumamos que es hidrosoluble y que una botellita aspersora cuesta también algo similar, sólo tenemos que añadir agua y Voilà!!!

¡Qué cosa Doctora! Algo debe pasar entre el juramento Hipocrático y el momento en el que el sanador decide tener una prioridad económica antes que la que juramentó. Algo muy extraño. Y en ciertos casos entendible. Uno no come aire.

Pasando al siguiente tema, quiero compartirle algo que me enseñó mi madre: así como los nombres de los lugares en la República cambiaron cuando llegaron los conquistadores, quedando en algunos casos la mitad de su nomenclatura en castellano y la otra parte en la lengua original de los pobladores (como “San Juan Teotihuacan”, o multitud de casos), algo similar ocurrió con las plantas oriundas de estas tierras, como la Siempreviva, cuyo nombre en lengua india desconozco, pero con seguridad da a entender que sirve como medicina -no sólo quita algunas callosidades de los ojos, investigadores mexicanos le descubrieron virtudes anticonceptivas-. Éste fenómeno no es privativo de estas latitudes, pues en otros lugares de la Madre Tierra las nomenclaturas han sugerido por lo menos que algo se cocinaba al interior de ese cactus, de esa florecita, de esa hierba, de ese honguito. Hasta que llegaron, claro, las nomenclaturas en latín, puramente descriptivas de cosas accesorias, y no primordiales. Imagínese: el polisacárido de marras en latín es nombrado sólo como
“raíz dulce” (Glycyrrhiza Glabra), vaya...
¿Y qué con el Cardo Mariano? Ah, pues por aquí viene la sorpresa, la sopita que ocupa nuestras cucharas.

“y por aquel que me arranca
el hígado con que vivo,
¡cardos!, no ortigas, cultivo,
y al cazo, su leche blanca”

Saquémonos esa espinita y comámonos los aquenios. El Marianum de su nombre en latín –Sylibum Marianum- nos remite sin duda a María, la Virgen, la Madre de Dios. La Nonantzin (nuestra madrecita) del Tepeyac, la Madre Tierra antropomórfica. ¿Quién iba a pensar que el retorno de María se daría por medio de sus frutos? Curioso. No más iconos en ayates, no más apariciones visionarias, no más imágenes vaporosas e iridiscentes, sencillamente un cardo lechal que sana del cuerpo lo que entró por su boca en exceso o en equívoco -como la amanita phalloides o la mortal, que no la divina muscaria-. Claro que todavía muchos queremos ver a nuestra madre universal empequeñecida en un cuerpo humano, algo tan evidente como el milagro de su medicina sigue siendo una abstracción que los ojos no ven y que la mano no siente -por más consciencia de lo microscópico y lo macrocósmico seguimos pensando que el hombre es la medida de todo-. Peor aún, todavía quedan en la Tierra los rescoldos humeantes de los hijos de los positivistas que imaginan un mundo al que lo sacro le ha sido amputado. ¿A qué mundo pertenecemos Doctora Soto, en qué extremo estamos?

No sé si se ha percatado del momentum en el que la medicina se encuentra, tan llena de curas inesperadas, de remedios sorprendentes, de nuevas enfermedades incurables, de retornos triunfales de enfermedades que se creían erradicadas, ¡y de otras tantas creadas por la mano del hombre!, para las que ni Dios tiene remedios en su botica. Es un momento irrepetible, único, como nunca vimos antes, como no imaginamos ver. Y allí, en ese tiempo, entablamos un diálogo que seguramente le parece un tanto surreal. Y eso que aún no termina de arrancar esta misiva.

Nos encontramos en el nacimiento de una nueva medicina, producto de todos los aciertos y yerros de las anteriores, somos los padres del corpus médico del futuro, del compendio, de la glosa del Vademécum más grande jamás pergeñado, la simiente del sanador del porvenir. Nuestra responsabilidad es inmensa, y ese es uno de los motivos por los que le escribo estas palabras. Esta obra magna no debe ser producto del esfuerzo de unos cuantos, ni parte de un secreto a voces, o sellado bajo una patente inescrutable. ¡No! Los frutos de los hombres y mujeres del mañana serán producto del esfuerzo de la gigantesca comunidad humana que comparte sin egoísmo lo mejor de sus manos, de sus corazones, de sus cabezas. Así será.

Es probable que usted haya coqueteado con la idea de producir su propia marca de Silimarina (adicionada del infausto carbopol, claro), y si descubrió que un servidor puso en internet los hipervínculos necesarios para que la gente empiece a curarse de sus transtornos por sí misma de seguro se descorazonó al creer que se le iban a fugar en masa directos a comprar el Etagerin sus posibles clientes/pacientes. Si pensó o concluye así, comprendo su equívoco. Más bien, ocurrirá el fenómeno contrario, y mientras tanto, esa gente que ahora usará la marca que mencioné se estará curando para que cuando llegue el momento de su producto, estén plenamente convencidos de que funciona porque probaron uno antes que no era el de la meritita descubridora con resultados. ¿A poco cree que los mexicanos somos desagradecidos?, ¿no somos patriotas y solidarios con los nuestros?, ¿no somos los mejores publicistas precisamente por lo chismolero que nos caracteriza? ¡Ah, mujer de poca fe!

Doctora, mis ojos me arden porque estoy escribiendo en una de esas pc´s que usan monitor plano, de esos que llamo “sartenes”, pues los fríen. Le envío esta carta mañana y continúo después con la segunda parte. Le invito a visitar mis blogs entretanto: tepantzintlacaztalli.blogspot.com y 360.yahoo.com/ivanardila

Sinceramente espero que la haya capturado esta carta y que comencemos un nutrido diálogo por éste medio. En mis páginas podrá darse una idea de lo que pienso, siento y hago, cosas que también me gustaría conocer de usted. El futuro llegó hace mucho tiempo, y andamos rezagados, habrá que ponernos al tanto, habrá que poner a la gente al día; de esto se trata, de ser parte de él, de ser parte de la esperanza de un mañana, de devolvérsela a la gente, porque es un ancla en el futuro. La primera piedra, con la que se funda, es con la fe. ¿Tiene usted fe Doctora?

Tepantzin Tlacaztalli Huitzilíhuitl
Mexihco Tenochtitlan
4 de abril del 2007

ivanardila@gmail.com
ivanardila@yahoo.com.mx

Carta para el Doctor Héctor Eduardo Solórzano Del Río


Doctor Héctor Eduardo Solórzano Del Río:


Sólo quiero comentarle que una colega -Claudia Angélica Soto Peredo- descubrió que el Cardo Mariano cura la diabetes.


Pienso darle promoción a todos lo productos que lo contengan en dosis adecuadas para resultar terapéuticos. Apenas ayer me percaté de que en su página ofrece extracto estandarizado de Silimarina, a un precio mayor de $100. Ignoro la calidad y cantidad de su medicina, y aunque puedo conseguir de los laboratorios CMD un producto que por tableta declara tener 120 miligramos de Silimarina, a un costo de $50 pesos (menos de la mitad del suyo) y conteniendo 60 tabletitas, derivaré a la gente a su página de ventas para que tengan mayores opciones.


Me gustaría mucho que me leyera -soy escritor-, y le extiendo una invitación a que visite la página de un servidor para que vea los pegotes de textos que con regularidad incierta voy poniendo. Yo le he leído desde hace muchos años y soy un franco admirador de su trabajo. Esta carta también es para eso, para felicitarlo por su entrega, por su servicio.


Ojalá Dios me permita conocerle y platicar largamente sobre los temas que le ocupan, que casualmente son los mismos que navegan en mi corazón.


Atentamente:
Tepantzin Tlacaztalli Huitzilíhuitl
Mexihco Tenochtitlan