domingo, 15 de abril de 2007

Más sobre la cura de la diabetes, la medicina de la Virgen, en boca de su descubridora.

de:Claudia Angelica Soto Peredo <casoto@correo.xoc.uam.mx>09-abr (6 días antes)para: ivanardila@gmail.comfecha: 09-abr-2007 10:37asunto: sobre su cartaenviado por: correo.xoc.uam.mx

Sr. Iván:

Le agradezco su interés y me reservo el derecho de contestar el contenido total de su carta que me parece muy ofensiva. Le aclaro que no me siento insigne ni pretendo serlo.

Solamente le puedo decir que llevo más de doce años realizando mi investigación y que tengo todo el derecho de patentarla para que otros paises no lo hagan. Mi interés nunca fue el de lucrar con esto, mi familia es diabética y esto más los millones de diabéticos que existen en el mundo es el motor que me ha movido a llevar a cabo mi investigación. Como principio tengo una licenciatura en Química y tengo una maestría y un doctorado en Farmacología otorgado por una institución mexicana internacionalmente reconocida. Se perfectamente lo que estoy haciendo y lo que escribo y no quiero sorprender a nadie. Mi investigación es seria pues mis resultados se han publicado en revistas de reconocido prestigio internacional.

Por otro lado si usted se está tomando la libertad de recetar el medicamento que menciona y a la dosis que usted ha decidido pues será bajo el riesgo de usted y del que lo ingiera pues los estudios serios en humanos habrán de iniciar en poco tiempo en uno de los hospitales del más alto nivel en México bajo la supervisión de especialistas reconocidos.

Este descubrimiento es mío pero la propietaria de la patente es la Universidad Autónoma Metropolitana donde hay un departamento de propiedad intelectual y su "amable" carta debe de estar en conocimiento de este departamento. Por la acusación que me hace de violar el juramento de Hipócrates crea usted que no lo hago, tengo ética profesional y conocimientos (desconozco la preparación profesional de usted) que indican que antes de aplicar un medicamento a la población en general deben de hacerse estudios de Farmacología Clínica.

Atentamente
Dra. Claudia SotoUniversidad Autonoma MetropolitanaUnidad Xochimilco, Mexico, D. F.
http://www.xoc.uam.mx

de: Iván Ardila <ivanardila@gmail.com> 17:59para: Claudia Angelica Soto Peredo <casoto@correo.xoc.uam.mx>fecha: 15-abr-2007 17:59asunto: Re: sobre su cartaenviado por: gmail.com
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Doctora Soto:

No fue mi intención ser "ofensivo", pero tomando en cuenta que si yo o alguien de mi familia hubiera conocido de la silimarina a tiempo, probablemente mi tía Guille, la que llamábamos "la mamá de los pollitos", repito: probablemente no hubiera muerto de la forma en la que murió, es decir, partiendo de este mundo en pedazos y con bastante sufrimiento.
Afortunadamente mi formación es de nivel secundario y sólo soy un escritor diletante y un pretenso autodidacta, por lo que sin ningún empacho puedo darme el lujo de recomendar, que no de recetar, pues no soy doctor, que la gente use la silimarina bajo su propia responsabilidad, pues definitivamente sé que no les causará ningún daño, como los iatrogénicos medicamentos que sólo se usan, bien lo dicen los doctores que me encuentro, para "controlar" la diabetes. No quiero responsabilizarla de la muerte de mi tía tan querida por todos nosotros, pero en lo personal sí me siento responsable de no abrirle la puerta a una esperanza cierta a la gente que los batiblanca descorazonan, para volverlos dependientes de sus terapias tan dañinas por lo general.
Mi investigación sobre la silimarina va avanzada con los pocos recursos que tengo, y estoy pronto a publicar un folleto o libro sobre el tema, en el cual agradeceré que colabore conmigo. Nadie en este mundo es indispensable, pero realmente podemos facilitarnos la vida unos a otros bastante. De cualquier manera sé que la medicina llegará a quien la necesite, sin embargo encuentro muy gratificante ser parte de la difusión de esta terapia, que no le debemos sino a la Madre Tierra.
Estoy muy agradecido con usted por la molestia que se tomó para responderme las letras que le envié y espero que no se siga sintiendo ofendida por mi franqueza, pues me cuesta demasiado andarme por las ramas. No me gusta la diplomacia, que sí la cortesía. Y su gesto al contestar me es cortés sobremanera.
Lo que le he escrito ahora es verdaderamente poco en relación con lo que quiero comunicarle. El tema es más extenso. Y en serio sería muy retroalimentador que siguieramos con esta conversación.
De entrada le comento: el Ingeniero Ricardo Rosales Ledesma intento lo mismo que usted con la vacuna MVA E2, y es el momento en el que alguna fuerza extraña cerró de la noche a la mañana su laboratorio, ¿lo sabía? Siento que le advertí a tiempo, porque le hablé para decírselo, para recordarle como se las gastan las trasnacionales farmacéuticas, y él no quiso publicar en un libro, en un folleto, en nada su (allí sí) invento. Créame, y se lo digo con el corazón en la mano: sólo sabiéndolo todos y pronto, podremos parar a los que venden insulina inyectable, a los que sí lucran con los glucómetros, a a quellos a los que no les interesa la salud de nadie, sino el dinero de todos.
Tengo un plan para difundir esta medicina, y que nadie pueda parar su desarrollo. Le pido su ayuda. Después de todo, no es para mí, es para todos. Rosales cumplió con el protocolo de 5 pasos con su vacuna, y se dió en humanos. Rosales era de la UNAM. Y a él lo pararon. ¿Conoce su historia? Pregunte doctora. Y verá que el diablo sí anda suelto, y debemos estar unidos los que sí deseamos la salud.
Muchas dudas que le extendí quedaron sin respuesta; esperaré, si me da esperanza, a que me las conteste en alguna ocasión cercana. Ah, y le comento: en el mundo de los diabéticos (como en el de los cancerosos o el de los enfermos de "x" cosa) ya se está corriendo el chisme: la silimarina les curará. Y además, CMD ya me aceptó como cliente y estoy a poco de saber cuál es el precio de mayoreo de su "Etagerín". Y para terminar: a todos les menciono, no está de más, su nombre: Claudia Angélica Soto Peredo, investigadora de la UAM Xochimilco, descubridora de la cura de la diabetes. Así sea.
Tepantzin Tlacaztalli Huitzilíhuitl,
aprendiz de hombre-medicina,
Mexihco Tenochtitlan.