viernes, 19 de octubre de 2007

Ex Voto.



Madre Celestial:


Te escribo por primera vez una carta por el mismo motivo por el que innumerables seres en el transcurso de los siglos te han dirigido su palabra: para extenderte una súplica. Conoces perfectamente el contenido de mi corazón, y si estoy transcribiendo tortuosamente ese concierto nota por nota a pesar de que sé que puedes escucharlo por entero al instante, debo aclarar que lo hago para que otros también, al igual que tú, puedan entender mis sentires gracias a mi discurso. En particular aquella persona que amo y que no quiso compenetrarse con mi palabra en aquellas ocasiones en las que le escribí tantas y tan emocionadas cartas. Como recordarás, todas esas hojas fueron inútiles. Si pienso que esta vez redituará mi terco escribir es porque elevo con él mi plegaria a tus dulces oídos que siempre me han escuchado.


Mi madre carnal está a punto de iniciar un riesgoso viaje que como se verá reúne en su trama una sarta significativa de sinsentidos que han caracterizado su vida. Se va a Guadalajara sin dinero a vender un recetario de comida náhuatl que ella misma escribió a los asistentes de una reunión gastronómica. No sé si dará alguna conferencia en el transcurso del evento, creo que no, pero de ser así de cualquier forma no cobrará honorarios, e inclusive sólo le están pagando el viaje y la estancia, no los alimentos. Es un hotel de 5 estrellas, es decir, caro, por lo que si come lo hará invitada, a escondidas en algún bufet, o saldrá a la tienda a comprar alguna porquería comercial para ingerir algo. Una comida en el hotel es incosteable para mi mamá. Es más, si logra vender, quizá termine siendo su ganancia inferior a lo que cualquier comensal gastará en ingestas de gourmet al final de esa fiesta privada y privativa.


Quizá la ironía no resulte clara a primera vista. Lleva en sus manos un recetario para ganarse algunos pesos alguien que está dispuesto a ayunar tres días en una convención gastronómica. Alguien que tiene varios transtornos alimenticios, como anorexia. Alguien que deja la mesa de su hijo llena de comidas de origen náhuatl, para ofrecer recetas que ella misma no podrá pagar en esa cita de oropel.


En tu verdaderamente humilde mesa no faltan esos nopalitos que tus benditos pies iluminaron cuando acudiste con San Juan Diego Cuauhtlahtoatzin a conquistar con tu amor un continente que ahora te venera con devoción, y tu tocaya, que lleva la misma sangre de bronce, decide abandonar ese nutricio árbol que te sirvió de pedestal para sacrificar por unos cuantos pesos su salud.


En las mañanas, después de las salutaciones de rigor en vuestro nombre, se toma chocolate, ese mismo que tomaba Moctezuma en jarro de oro. Claro, no hay dinero para tanto lujo, pero no falta esa espirituosa y saludable bebida que calienta la entraña y el ánimo. ¿Encontrará mi progenitora en alguna mesa esos entrañables antioxidantes de los que habla con deleite en el folleto que lleva a ofertar a la mesa ajena? Por seguro tengo que si encuentra algo similar será algún sucedáneo de Nestlé o Alpura, que en vez del salutífero amargor de las substancias nutracéuticas, tendrá en su fórmula (que no receta) una serie interminable de aditivos falsamente, malévolamente llamados "alimentarios".


Con sacrificio vamos comprando mi mujer y yo un filtro que nos provea de agua de buena calidad a todos, y con gusto la ofrecemos a mi madre y a su hombre. Me pregunto si tendrá a la mano líquido de igual virtud, o la someterán las vicisitudes a beber agua cara de botellas contaminantes, o peor aún, agua de la toma pública, sin hervirla siquiera.


Cuando fui por primera vez a Cancún no llevé dinero en cantidad suficiente para comer en ningún lugar, por lo que recurrí a la solución fácil de acudir a un súper mercado a comprar una bolsa con algo que mal llaman pan, al que le puse atún para irla pasando sin el estómago vacío. Intuyo que mi madre querrá hacer algo similar si no tiene otra opción a la mano. Te pido Madrecita, que ilumines su testarudo entendimiento, y por fin comprenda con tu ayuda que ese pan que con mucho trabajo logramos desterrar de su dieta es tóxico. Que capte en su verdadera dimensión que bastan 5 gramos de grasa desnaturalizada al día para producir un sinfín de males mentales y físicos, y que ese pan los contiene y se desborda de esa grasa con decenas de gramos más. Que mesure correctamente que ese líquido blanco que querrá adquirir por 15 pesos no es un alimento humano, y que además contiene hormonas transgénicas, pesticidas, herbicidas, antibióticos, grasa homogeneizada, es decir, tan desnaturalizada como la del "pan" de caja, y montones de venenos más.


Amantísima María, dale la misma fuerza que a mí me has dado para resistir esa tentación palpitante de las facilidades que ofrece el demonio.


Madre Auxiliadora, susurra a su oído que darse a sí misma lo bueno, no sólo es fruto de un gran amor por uno mismo y resultado de un gran respeto, sino también un acto de compasión profunda por aquellos que velan por uno, una acción de amor por los que están interesados por nuestro bienestar.


Sé que la mujer que me dió la vida no entiende cómo me daño la irremediable pérdida de un padre, pero aunque no entienda esto, intíma con ella y promueve en su corazón un deseo irrefrenable de no perderse, ya no para mí, sino para ella misma.


Tú que tan bien intercedes por nosotros ante el incognoscible trono de tu hijo, aboga ante ese Juez Tremendo en nombre de mi madre. Esta ocasión en la que mi intuición me ha llevado a temer por la carne de mi carne conviértela en una escuela misericordiosa en la que el misterio que me estás enseñando, el del maternaje, sea la divisa que signe cada paso de mi madre terrena. Pongo mi mérito ante tus pies suaves cual sedas, como una florida ofrenda que sucite tus artes defensoras.


Aboga por mi madre, tanto fuera de ella, como dentro de sí, que es donde más lo necesita. Enséñale el sagrado conocimiento del maternaje. Libérala de la enfermedad terrible del mundo.


Reina del Cielo de mis noches y de mis días, Luna de Falda Constelada:
adopta con tu fiel y arrebatado amor a mi madre. Dale una gota de tu seno.


Tu hijo:


Tepantzin Tlacaztalli Huitzilíhuitl
De Santa María Coatlaxópeuh
Semper Fidelis Ad Marianum Gloriam.

Post Factum: Gracias Madre Adorada por haber cumplido en tiempo y forma mi petición.