jueves, 1 de noviembre de 2007

una dulce mentira: el aspartame.

EL ASPARTAMO, ¿UN EDULCORANTE PELIGROSO?

El aspartamo (E-951) -uno de los edulcorantes más utilizados del mundo- vuelve al primer plano de la actualidad a raíz de un reciente estudio de la Fundación Ramazzini para la Investigación y Prevención del Cáncer que acaba de publicarse en Enviromental Health Perpspectives según el cual un consumo excesivo del mismo podría contribuir a la aparición de linfomas y leucemia, especialmente entre los más jóvenes. Aún no ha habido reacción por parte de la FDA o los responsables europeos -que siempre han negado esa relación- pero el Center for Science in the Public Interest -importante organización sin ánimo de lucro destinada al control de la alimentación y los aditivos en Estados Unidos- ha pasado el aspartamo de la categoría de Úsese con precaución a la de Debe evitarse.

Pocos productos relacionados con la alimentación han estado sometidos a tanta polémica como el aspartamo, aditivo internacionalmente conocido como E-951. Desde su descubrimiento de forma casual en 1965 -cuando la empresa norteamericana G.D. Searle & Co se encontró con él mientras buscaba un medicamento contra la úlcera- ha sido centro de numerosas controversias científicas y luchas de poder -político y económico- capaces de provocar un justificado escepticismo sobre el papel real de las autoridades reguladoras responsables de velar por la seguridad de los alimentos.
El aspartamo es hoy, tras la sacarina, el segundo edulcorante artificial más usado en el mundo -sólo en Estados Unidos se consumen más de 8.000 toneladas al año- aunque en términos de consumo mundial representa el 62% del mercado. Según estimó en el 2005 el Centro de Información sobre el Aspartamo lo consumen habitualmente más de 200 millones de personas. De hecho se encuentra en ¡más de 6.000 productos! incluyendo bebidas no alcohólicas carbónicas, chocolates, chicles, caramelos, postres, yogures y productos farmacéuticos como los jarabes para la tos sin azúcar. Aunque su importancia viene dada sobre todo por su presencia en las denominadas bebidas light.
Para los organismos reguladores está demostrada de forma suficiente su seguridad; tanto para la FDA -la agencia que controla los alimentos y fármacos en Estados Unidos- como para el Comité Científico para la Alimentación de la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea. Y para muchos con eso es suficiente. Las empresas que lo usan, ante cualquier cuestionamiento sobre su seguridad, se refugian en lo obvio: "El E-951 está aprobado por las autoridades competentes ante quienes ha demostrado su seguridad".
Y, sin embargo, ex funcionarios de la propia FDA -el primer organismo que dio su aprobación-, organizaciones de consumidores, médicos e investigadores independientes lo relacionan desde hace años con gran número de síntomas y patologías considerándolo un neurotóxico capaz de provocar cuando se ingiere o acumula en cantidades importantes comportamientos agresivos, desorientación, hiperactividad, entumecimiento de las extremidades, excitabilidad, pérdida de memoria, debilitamiento de la vista con pérdida de la percepción de profundidad, disfunciones hepáticas, oscilaciones severas de humor, degeneración neurológica y cáncer.
El estudio más reciente sobre él -publicado el pasado 8 de Agosto en el European Journal of Clinical Nutrition con el título Efectos directos e indirectos del aspartamo sobre el cerebro y efectuado por un equipo de investigadores surafricanos integrado por Humphries, Pretorius y Naudé- señala: "Creemos que la ingesta excesiva de aspartamo puede estar implicada en la patogénesis de ciertos desórdenes mentales pudiendo comprometer además funciones emocionales y de aprendizaje".
Aunque el último gran toque de atención -de una larga lista de estudios y manifestaciones en contra- lo ha dado un estudio independiente del Centro de Investigación del Cáncer Cesare Maltoni de la Fundación Europea Ramazzini de Oncología y Ciencias Ambientales. Y es que tras una larga investigación sobre 400 ratas de laboratorio Sprague-Dawley el estudio -publicado antes de verano en el Environmental Health Perspectives , publicación del U.S. National Institute of Environmental Health Sciences- concluye de manera categórica: "Los resultados de la prueba biológica de carcinogenicidad confirman y refuerzan la primera demostración experimental de carcinogenicidad multipotencial del aspartamo a un nivel de dosis cercano a la dosis diaria admisible para los seres humanos. El estudio demuestra además que cuando la exposición al aspartamo comienza durante la vida fetal sus efectos carcinógenos aumentan". Añadiendo: "Ante estos resultados entendemos que deben revisarse sin demora las actuales normas reguladoras sobre el uso del aspartamo". Más claro, agua.

¿POR QUÉ LAS RATAS NO DEBEN TOMARLO Y NOSOTROS SÍ?
En un enmarañado mundo de cifras y datos, estudios patrocinados y sesgados superpublicitados, y estudios independientes casi silenciados sólo le queda al consumidor tratar de certificar la fiabilidad de cada cual. Por eso los resultados de la Fundación Ramazzini adquieren especial importancia ya que su independencia y compromiso con la seguridad alimentaria está contrastada.
Los datos fueron publicados en una revista científica internacional de prestigio, sometidos al sistema de revisión y presentados en una reunión científica celebrada a mediados de septiembre del 2006 en Italia bajo el título Afrontar el futuro a la luz del pasado: viviendo en un mundo químico. Y el director del trabajo, Morando Soffritti, recibió el pasado 23 de abril el Premio Irving J. Selikoff en la Mount Sinai School of Medicine en Nueva York. Y su discurso se tituló Carcinogenicidad del aspartamo: lecciones que debemos aprender.
Los trabajos de Soffritti son producto del esfuerzo emprendido por la Fundación Ramazzini para tratar de evaluar los potenciales riesgos carcinogénicos de edulcorantes artificiales, colorantes, conservantes y suplementos dietéticos ante la evidente falta de datos experimentales y epidemiológicos que hay a nivel internacional. Con tal objetivo comenzaron en 1985 una serie de grandes experimentos llevados a cabo en el Cesare Maltoni Cancer Research Center (CMCRC) habiéndose estudiado ya la carcinogenicidad de 12 productos diferentes, entre ellos el aspartamo.
Motivos altruistas, prestigio e independencia parecen avalar pues las investigaciones realizadas. Soffritti y su equipo ya hicieron sonar las alarmas hace dos años tras un trabajo similar realizado con 1.800 ratas y que se publicó en el European Journal of Oncology. "Se ha demostrado por primera vez experimentalmente -afirmaban en su investigación- que el aspartamo causa un aumento estadístico significativo -vinculado a la dosis- de linfomas y leucemias en ratas hembras a niveles de dosis muy cercanas a las que los seres humanos pueden estar expuestos (…) Estos experimentos demuestran que el aumento en linfomas y leucemias observados en el estudio del aspartamo podría estar relacionado con el metanol, un metabolito del aspartamo que se metaboliza a formaldehído y después a ácido fórmico en seres humanos y ratas".
No han sido los italianos, por cierto, los primeros en alertar de la peligrosidad del formaldehído. Ellos se han limitado a contrastar lo evidente. La Agencia para la Investigación del Cáncer (IARC) dependiente de la OMS señalaba en un texto publicado el 1 de septiembre del 2004 lo siguiente: "En conjunto, el Grupo de Trabajo concluyó que el formaldehído es carcinógeno en humanos (Grupo 1) basándose en la existencia de pruebas suficientes en humanos y en animales de experimentación lo que supone una clasificación más alta que las evaluaciones previas de la IARC". Y ya en 1998 un estudio de Carmen Trocho y otros investigadores españoles del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona habían dado un paso muy importante al ratificar la peligrosidad del formaldehído en un estudio titulado Formaldehyde derived from dietary aspartamo binds to tissue components in vivo.
"Los efectos acumulativos -señalaban entonces los investigadores españoles- sugieren que la ingesta regular de aspartamo puede dar lugar a la acumulación progresiva de agregados de formaldehído. Puede especularse más a fondo que la formación de agregados puede ayudar a explicar los efectos crónicos que puede inducir el consumo de aspartamo en tejidos sensibles, tales como el cerebro. En todo caso, los posibles efectos negativos que la acumulación de formaldehído puede inducir son, obviamente, a largo plazo. La alteración de la integridad y de la función de la proteína puede necesitar un cierto tiempo para inducir efectos sustanciales".
Convencidos de sus datos los investigadores de la Fundación Ramazzini buscaron ser todavía más concluyentes. Reevaluaron sus datos del 2005 en un artículo publicado en el 2006 en Environmental Health Perspectives bajo el título Primera demostración experimental de los efectos carcinógenos multipotenciales del aspartamo administrado con la alimentación a ratas Sprague-Dawley.
"Nuestro estudio -concluían ya entonces- demuestra que el aspartamo es un compuesto carcinógeno multipotencial cuyos efectos carcinógenos son evidentes incluso en una dosis diaria de 20 mg/kg, mucho menor que la ingesta diaria admitida actualmente para los seres humanos en Europa (40 mg/kg) y en Estados Unidos (50 mg/kg) (…) La decisión de utilizar datos experimentales para proteger la salud pública es importante porque el tiempo de uso masivo del aspartamo sigue siendo demasiado breve para haber producido datos epidemiológicos sólidos. Por otra parte, es inverosímil que suficientes datos epidemiológicos vayan a estar disponibles en un futuro próximo dada la dificultad de encontrar a un grupo de control que no se haya expuesto a este compuesto extensamente difundido".
Finalmente, el estudio del 2007 no sólo confirma todos los datos anteriores sobre la "carcinogenicidad multipotencial del aspartamo a un nivel de dosis cercanas a la dosis diaria admisible para los seres humanos" sino que además señala el aumento de los riesgos de carcinogenicidad que para los fetos supone el consumo de aspartamo por parte de sus madres.
A este respecto, uno de los médicos que más ha estudiado los efectos del aspartamo, el neurocirujano norteamericano Russell Blaylock -autor del libro Excitotoxinas: el gusto que mata-, escribió al Miami Herald tratando de contestar a quienes desde la industria criticaron el primer estudio italiano. "Se sabe -señaló, entre otras cosas- que la cantidad de fenilalanina tóxica que alcanza al bebé es dos veces más alta que la que puede encontrarse en la placenta de la madre porque ésta concentra la toxina".

MANTENERLA Y NO ENMENDARLA
La respuesta oficial a los estudios de Soffritti, lamentablemente, ha sido la esperada. Como en las películas de Charlot, las autoridades han decidido mirar hacia otro lado y no hacer nada. Bueno sí, hicieron lo de siempre. Tratando de quitar peso a las primeras investigaciones de Soffritti del 2005 se refirieron a una macroencuesta sobre hábitos alimenticios de los norteamericanos -curiosamente, aparecida meses después- que les permitió concluir -anunciándolo a bombo y platillo- que el aspartamo no presenta riesgos. Se olvidaron de decir que en la macroencuesta sólo había dos preguntas referidas a la ingesta de edulcorantes con café o té, o que los encuestados eran todos mayores de 50 años, personas en las que difícilmente se puede encontrar el mismo efecto acumulativo que en los niños.
Eso fue el año pasado. Ahora, tras los nuevos resultados de Soffritti, tampoco parece que vaya a haber movimientos por parte de los reguladores. Sobre todo porque ¡qué casualidad! no han pasado seis meses desde la aparición del estudio de Soffritti y ya se ha publicado un nuevo trabajo que ratifica las bondades del aspartamo. Un estudio de la Universidad de Maryland que ni siquiera es una nueva investigación sino un repaso de la controvertida documentación existente. Y en él, además de descalificar el estudio italiano, se concluye que el aspartamo es completamente seguro. "El panel ha llegado a la conclusión -explicaría Bernadene Magnuson, profesor auxiliar de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la citada universidad- que el aspartamo es un dulcificante de alta intensidad bien caracterizado, estudiado a fondo y con una historia larga de uso seguro en el suministro de alimentos. No encontramos ninguna relación con el cáncer o funciones neuronales. Es más, pensamos que el aspartamo podría reducir el contenido calórico de una variedad amplia de alimentos". Eso sí, lo que no dijo Magnuson ni las publicaciones que se hicieron eco sin más del estudio bajo titulares del tipo El aspartamo es seguro es que el mismo fue pagado por el mayor fabricante de aspartamo del mundo, Ajinomoto Co. Algo que sus autores pretenden hacer creer que no sabían a pesar de que fueron seleccionados por una consultora -el grupo Burdock- vinculado a la industria alimentaria.
Así que no es de extrañar que portavoces de la FDA insistan en que de momento no hay necesidad de reevaluación ya que los datos de la Fundación Ramazzini no concuerdan con los de los estudios que consideran al aspartamo un producto sin riesgos. Por alguna extraña razón dan más crédito a estudios muy anteriores o financiados por los propios fabricantes que a éstos últimos, realizados con independencia, más medios y mejores procedimientos.
Las empresas que lo usan, por su parte, encuentran cómodo refugio en los permisos obtenidos. Merisant -fabricante de Equal, unos de los edulcorantes que contiene aspartamo- asevera en una declaración colocada en su web: "La seguridad del aspartamo ha sido confirmada por autoridades reguladoras en más de 100 países, incluyendo la FDA en EEUU, el Ministerio de Salud en Canadá y el Comité Científico de la Comisión de las Comunidades Europeas sobre alimentación así como por expertos en alimentación de las Naciones Unidas, la FAO y la Organización Mundial de la Salud". En España una de las marcas más conocidas, Natreen, comercializa edulcorantes en forma de fructosa, de comprimidos (elaborados con ciclamato, sacarina y taumatina), en forma líquida (con ciclamato, sacarina y fructosa) y en forma granulada -usada sobre todo para espolvorear- que sí contiene aspartamo. Y sobre él su página web afirma, tras decir que no es apto para fenilcetonúricos y "se digiere al igual que cualquier otra proteína" que "ni el aspartamo ni sus componentes se acumulan en el cuerpo". En cuanto a Nutrasweet -vinculada a Monsanto, la principal distribuidora del edulcorante-, mantiene en su página web similares argumentos sobre la seguridad del aspartamo: "Las alegaciones de algunos individuos de que el aspartamo puede relacionarse con una miríada de dolencias no se basan en ciencia y pueden considerarse 'mitos urbanos'. Las demandas infundadas sobre el aspartamo han sido rechazadas por organizaciones independientes expertas tales como la National Multiple Sclerosis Society, la Alzheimer's Association, la National Parkinson Foundation, Inc., la Lupus Foundation of America y la American Cancer Society. La seguridad del aspartamo se ha documentado repetidamente y se apoya sobre tres décadas de investigación con cerca de 200 estudios científicos". Vale, ¿y por qué entonces las ratas no deben consumirlo y nosotros sí?

¿A QUIÉN HACER CASO?
En suma, si no conociéramos la verdad de la relación de la industria con los reguladores, medios e investigadores podríamos dar por concluido aquí el artículo. ¡Las autoridades han hablado! Pero antes de hacerlo bueno será que el lector conozca algunos datos poco conocidos que le permitirán contrastar las afirmaciones de la industria. El ya mencionado doctor Blaylock, primer neurocirujano en utilizar suplementos nutricionales con importantes resultados en traumas craneocerebrales, fue concluyente al referirse al primer trabajo de Soffritti: "El estudio publicado en el European Journal of Oncology por Morando Soffritti y sus compañeros de trabajo -escribió- debe preocupar a las madres y a todos aquellos consumidores de productos edulcorados con aspartamo". Añadiendo: "Puesto que el aspartamo puede aumentar la obesidad e incluso causar el Síndrome Metabólico que afecta a 48 millones de americanos no hay razón alguna para consumir ese producto jamás. Debería ser prohibido inmediatamente al menos en todas las escuelas".
Y Blaylock no es el único que opina así del aspartamo. Algunas importantes organizaciones de consumidores han dado también la voz de alerta después del estudio de Soffritti. El Center for Science in the Public Interest (CSPI) ha solicitado la reevaluación del aspartamo. "Dado que el aspartamo se consume masivamente -ha declarado su Director Ejecutivo, Michael F. Jacobson- es urgente que la FDA reevalúe si realmente se puede afirmar que hay 'certeza razonable' de que no daña y cumple el estándar usado para calibrar la seguridad de los aditivos alimenticios". Sin embargo, su falta de fe en los cambios ha llevado a Jacobson a ser concluyente en su llamamiento a los consumidores. "Los consumidores, particularmente los padres, no deberían esperar a que la FDA actúe. La gente no debe asustarse sino sencillamente dejar de comprar bebidas y alimentos que contengan aspartamo".
Recordemos que el Center for Science in the Public Interest (CSPI) no es una organización más de consumidores. Lleva desde 1971 defendiendo la seguridad en la alimentación y su boletín de noticias -Nutrition Action Healthletter- cuenta con 900.000 suscriptores en Estados Unidos y Canadá siendo el de mayor circulación en Norteamérica. David Kessler, antiguo máximo responsable de la FDA, se refirió al CSPI como "uno de los mayores avances para la salud pública del siglo". Y este mismo año la FDA le ha concedido el honor más alto de la agencia: la Harvey W. Wiley Special Citation. La anfitriona del acto de entrega, la conocida y multimillonaria periodista Oprah Winfrey, se refirió durante la entrega al boletín del CSPI -el Nutrition Action Healthletter- como "la voz crítica que hace sonar las alarmas de la seguridad alimentaria". El CSPI sigue además una rigurosísima política de fiscalidad de sus fondos y no admite ningún tipo de apoyo de la industria.
Pues bien, esta importante organización acaba de cambiar la clasificación del aspartamo en el Directorio Químico -puede consultarla en su web: www.cspinet.org/reports/chemcuisine.htm- pasándolo tras los últimos estudios del "Úsese con precaución" al "Debe evitarse".
"La cuestión es que el consumo de por vida del aspartamo -puede leerse en ella- aumenta probablemente el riesgo de cáncer. La gente -especialmente los jóvenes- no debería consumir los alimentos y bebidas endulzadas con aspartamo. Debería cambiar a los productos azucarados con Sucralose (Splenda) y evitar todo alimento endulzado artificialmente". Y recuerda luego que "otros dos edulcorantes artificiales, la Sacarina y el Acesulfame-K, han sido también relacionados con un mayor riesgo de cáncer".
El doctor H. J. Roberts -otro de los médicos que ha estudiado más a fondo el tema habiendo acumulado miles de casos- ha escrito por su parte un libro titulado Aspartame Disease an Ignored Epidemia de 1.038 páginas en las que analiza las consecuencias derivadas de la ingesta de aspartamo.
"Ahora -dijo Roberts tras conocer el estudio de Soffritti- es incumbencia de los investigadores de leucemia y linfoma investigar sobre el uso rutinario que sus pacientes hacen de productos que contengan aspartamo. Y es también altamente relevante el aumento llamativo del linfoma cerebral primario que notifiqué en mis libros y artículos. Es un linfoma único de cerebro que la mayoría de los neurólogos no habían visto antes de la disponibilidad del aspartamo". Roberts afirma además que existe una clara interacción entre el aspartamo y el glutamato monosódico (E-621) (vea en nuestra web -www.dsalud.com- lo publicado en el nº 89 de la revista) con el aumento de casos de esclerosis múltiple por la acción de las excitotoxinas sobre la mielina. "El aspartamo -ha escrito Roberts- contiene la excitotoxina aspartato en el 40% de su estructura molecular. Y numerosos estudios han demostrado que el consumo de aspartamo puede elevar perceptiblemente el nivel de esa excitotoxina en la sangre. Hay una situación común durante la cual la exposición a la excitotoxina es incluso mayor: cuando el aspartato (como aspartamo) se combina en la dieta con el glutamato monosódico (E-621) los niveles en sangre son varias veces más altos de lo normal".

VOLVER A LOS INICIOS
Lo significativo del estudio de Soffritti es que en realidad no hace sino reafirmar los argumentos de los primeros investigadores de la FDA que en la década de los 70 señalaron ya que el aspartamo era cancerígeno. Permítasenos pues un poco de historia.
En 1973 la FDA descartó su comercialización ante las dudas sobre su toxicidad pero en 1974, sorprendentemente y a pesar de la información de sus archivos, lo aprobó como aditivo para alimentos secos.
Ese mismo año el neurólogo John Olney -de la Universidad de Washington- se hizo eco de varios estudios que mostraban la vinculación del aspartamo con la aparición de tumores cerebrales en ratas y solicitó a la FDA junto a la organización Consumer Action for Improved Foods and Drugs una investigación del proceso de aprobación. Como consecuencia la FDA emprendió en 1976 una investigación sobre la seguridad de los estudios presentados por G.D. Searle & Co (que más tarde compraría a Monsanto). Los resultados indicaron que las pruebas estaban llenas de inexactitudes y datos maquillados. Al punto de que la FDA, por primera vez en su historia, solicitó a la Fiscalía General de Estados Unidos una investigación para averiguar si G.D. Searle & Co estaba cometiendo un delito por "ocultar hechos materiales y realizar falsas declaraciones en las pruebas de seguridad del aspartamo". Uno de los investigadores que participaron en la amplia investigación que la FDA hizo sobre la calidad de los estudios experimentales realizados por o para G.D. Searle & Co entre 1964 y 1979 cuya firma aparece -junto a la de otros- en el informe final de las investigaciones -conocidas también como Searle Task Force Report- fechado el 24 de marzo de 1976 fue Adrian Gross. Y éste, en una carta de noviembre de 1987 dirigida al senador norteamericano Howard Metzenbaum, recuerda que el máximo responsable de la FDA en 1976, el doctor Alexander Schmidt, llegó a manifestar que la FDA no confiaba en los estudios realizados por o para G.D. Searle & Co. "Una vez que tal determinación se hizo al más alto nivel de la FDA -escribe Gross- parece como poco extraño que básicamente los mismos estudios pudieran servir de base para una posterior decisión señalando que los mismos demostraban la seguridad del aspartamo". ¿Qué pasó? ¿Por qué se aprobó?
Quizás lo explique el que Sam Skinner -el fiscal encargado de llevar a G.D. Searle & Co ante el Gran Jurado- tras reunirse en febrero de 1977 con los abogados de la empresa -la firma de Chicago Sidney & Austin- renunciaba pocos meses después a su cargo para incorporarse al equipo de asesores jurídicos de G.D. Searle & Co. Es más, Skinner llegaría ser luego Secretario de Transporte y Jefe de Personal con George Bush padre.
Igualmente sorprendente fue que el fiscal que le sustituyó y retomó su trabajo, William Conlon, no avanzó nada. ¿Tendría que ver que acabara igualmente vinculado a G.D. Searle & Co en enero de 1979? El caso es que la actitud de ambos permitió que se cumplieran los plazos legales establecidos sin que la acusación pudiera prosperar y el Gran Jurado no fue convocado. Sin comentarios.
El 8 de marzo de 1977 G.D. Searle & Co nombraba a Donald Rumsfeld -entonces miembro del Congreso y antiguo Secretario de Defensa con la Administración Ford- nuevo Jefe Ejecutivo. Obviamente las cosas se mantenían pues controladas a nivel judicial... pero no avanzaban en el terreno científico. Es más, en 1980 un panel de investigadores elegidos por la FDA concluía que el Nutrasweet (aspartamo) no debía ser aprobado mientras no se hicieran más investigaciones. Con lo que G.D. Searle & Co decidiría jugárselo todo a la carta política. "En enero de 1981 -relata James Turner, director del The National Institute of Science, Law, and Public Policy en The History of the Aspartamo Controversy- Rumsfeld, en una reunión de directivos de ventas de la compañía, declararía que iba a realizar un gran esfuerzo para conseguir la aprobación del aspartamo ese mismo año. Y añadiría que para asegurarse de la aprobación en lugar de medios científicos usaría sus influencias políticas en Washington".
Y, efectivamente, así ocurriría. Ese mismo mes -el 21 de enero- Ronald Reagan juraba como presidente de Estados Unidos y poco después incluía en su equipo a Donald Rumsfeld -en ese momento, como decíamos, Jefe Ejecutivo de G.D. Searle & Co- quien inmediatamente elegiría como nuevo Comisionado de la FDA a Arthur Hull Hayes Jr, antiguo colaborador suyo vinculado a proyectos químicos en el ámbito de la Defensa. Pues bien, Hull Hayes impondría poco después su voto de calidad ante el empate surgido en la votación sobre la aprobación del aspartamo. Y gracias a ello, en noviembre de 1983, el aspartamo fue aprobado por la FDA para su uso en bebidas no alcohólicas. Acusado de aceptar regalos corporativos Hull Hayes tendría más adelante que abandonar la agencia. Algún tiempo después era consejero médico de ¡G.D. Searle & Co!
La aprobación del aspartamo sería recurrida y el caso llegaría al Tribunal Supremo de Estados Unidos que, sorprendentemente para muchos, rechazó la denuncia de que la FDA no había seguido los procedimientos adecuados para aprobarlo. Y no tuvo nada que ver que en ese país los jueces del más alto tribunal se nombren a propuesta del Gobierno ni que uno de ellos, el juez Clarence Thomas, hubiera sido entre 1977 y 1979 abogado de la División de Agricultura de Monsanto.
Adrian Gross, el toxicólogo de la FDA antes mencionado, terminaba en 1987 su carta al senador Metzenbaum con las siguientes conclusiones:
"1) Es imposible para nadie entender que los estudios experimentales de G.D. Searle Co sobre el aspartamo, que eran de una calidad inaceptable para la FDA en 1976, pudieran parecerle varios años después a esa misma agencia -esencialmente los mismos estudios- suficientemente fiables para determinar que sobre ese aditivo alimenticio existe 'una certeza razonable' de que es seguro para el consumo de los seres humanos.
2) Aunque contrariamente a la opinión de la FDA en 1976 la calidad de esos estudios pudiera ser fiable para tomar tal determinación al menos uno de esos estudios había revelado un aumento altamente significativo, vinculado a las dosis, en la incidencia de tumores cerebrales como resultado de la exposición al aspartamo.
3) El ADI (Ingesta Diaria Aprobada) de 50 mg por kg. de peso corporal del aspartamo fijado recientemente por la FDA para el consumo humano es alarmantemente peligroso ya que implica una ingesta extremadamente alta y, por tanto, un límite alto totalmente inaceptable de riesgo para los consumidores de aspartamo: entre uno y cinco de cada mil desarrollan tumores cerebrales como resultado de tal exposición.
4) Aunque en su informe la Oficina de Contabilidad del Congreso expresa la opinión de que la FDA 'siguió el proceso requerido para la aprobación del aspartamo (para la comercialización)' yo discreparía enormemente con tal evaluación".
Y el tiempo pasó. A principios de 1994 el Gobierno norteamericano reconocería que había cerca de 10.000 quejas sobre los efectos nocivos del aspartamo. De hecho, el 75% de todas las quejas recogidas en el Adverse Reaction Monitoring System eran sobre él. Después dejaron de contarse. Con la aprobación no habían acabado pues los problemas. Según James Turner "de 1985 a 1995 los investigadores hicieron cerca de 400 estudios sobre el aspartamo. Fueron divididos casi uniformemente entre los que daban garantías y aquellos que presentaban incógnitas sobre el edulcorante. G.D. Searle & Co financió el 100% de los que no encontraban ningún problema. Todo estudio que planteara incógnitas había sido financiado por fuentes ajenas a la industria".
En la misma línea, el doctor Ralph Walton -investigador independiente y autor de un trabajo titulado Adverse Reactions to Aspartamo: Double-Blind Challenge in Patients from a Vulnerable Population- señalaría que si se obvian los estudios financiados directa o indirectamente por la industria la gran mayoría de los restantes son negativos para el aspartamo.
Otro funcionario -Consultant FDA Regulatory Affaire- de la FDA, Michael Evangelisia, en una carta enviada en 1995 al editor del Creative Loagfing -publicación semanal de Atlanta (EEUU)-, además de relatar la peripecia del aspartamo hasta su aprobación -explicada de forma muy resumida en las líneas anteriores- añadía: "En mi opinión el aspartamo es una neurotoxina venenosa".
Pero la política oficial ya no cambió. Para cada acusación había una respuesta. En 1996 Michael Friedman, Deputy Commissioner for Operations en la FDA, defendió públicamente desde su cargo que el aspartamo nada tenía que ver con el incremento detectado de tumores cerebrales. También acabó siendo consejero médico en Monsanto/Searle en 1999. Otro más.

TAMBIÉN EN EUROPA
¿Y qué hay de su aprobación en Europa en el 2002? Pues hay que decir que la presencia de la doctora Susan Barlow al frente del panel que permitió la aprobación del aspartamo -así como la de otros miembros- fue muy contestada por su vinculación con el International Life Sciences Institute (ILSI).
Mark D. Gold -del Aspartamo Toxicity Information Center-, escribió por su parte un texto titulado Independent Analysis of the Opinion of the European Commission, Scientific Committee on Food: Update on the Safety of Aspartamo / E951 tras la decisión de la Unión Europea de aprobar el aspartamo en el que denunciaría las vinculaciones del ILSI con la industria. "El Instituto Internacional de las Ciencias de la Vida (ILSI) -escribió- es un grupo de la industria fundado en 1978 por Coca-Cola, Pepsi-Cola, la Fundación Heinz, General Foods, Kraft Foods (filial de Philip Morris) y Proctor & Gamble. Los fabricantes de aspartamo Monsanto y Ajinomoto tienen ramas en varias partes del mundo con miembros en el ILSI. Holanda Sweetener Company, otra compañía que vende aspartamo, es miembro de ILSI (ILSI 2003, The Guardian 2003). El ILSI financia la investigación sobre el aspartamo y otros productos de la industria. El ILSI Aspartamo Committee está compuesto por NutraSweet Company, Ajinomoto Co., Coca-cola Co., Pepsico, Inc., Royal Crown Co., Seven-Up, Inc. y otros fabricantes de los productos que contienen aspartamo [Gordon 1987]". Gold se refiere a la investigación de más de ocho meses de Gregory Gordon para la United Press International.
Además de la relación de Susan Barlow con el ILSI Gold señala a otros miembros del Comité Científico de la Comisión de las Comunidades Europeas sobre alimentos: "Ronald Walker estuvo siete años como responsable en Europa del Scientific Committee on Toxicology/Food Safety del ILSI (Walker, 2001). Otro miembro del comité, W. H. M. Saris, fue presidenta del ILSI Scientific Committee on Nutrition (NUTRIM, 2000). En suma, al menos la mitad de los miembros del comité han estado implicados en proyectos de ILSI y/o participado en talleres de ILSI (ILSI 1999)".
En suma, la industria y los reguladores se reafirman en que el aspartamo es seguro y exhiben sus argumentos. "Hay un abrumador cuerpo de evidencia científica -se dice en la web de Nutrasweet- que demuestra claramente que el aspartamo, aún en cantidades muchas veces superiores a las que la gente consume normalmente, es seguro y no está asociado con efectos adversos para la salud. La FDA ha investigado las quejas presentadas desde 1982 e indica que no hay 'evidencia razonable de daño posible a la salud pública' y que 'no hay ningún patrón de síntomas constantes o únicos que se hayan relacionado con el aspartamo que puedan ser vinculados a su uso'".
En contraposición contamos con los testimonios de Soffritti, Trocho, Blaylock, Roberts, Gross, Gold y muchos otros más. Desde luego a nosotros no nos basta ya lo que nos digan la FDA o la Agencia Europea. Ambos organismos aprobaron en su día -porque eran "seguros"- el amianto, el DDT, el PVC y la talidomida o fármacos como el Vioox, el Agreal y muchísimos otros productos que luego hubo que retirar. Y no hablemos de los alimentos con grasas trans o acrilamidas. O del tabaco, los centros de trasformación, las torres de alta tensión, las antenas y aparatos de telefonía...
Lo hemos dicho muchas veces: el dinero lo corrompe todo. Afortunadamente, más allá de los intereses de unos y otros somos nosotros quienes elegimos qué consumir o no. Así que en lo que se refiere al aspartamo (E-951) usted verá. La responsabilidad es suya. Decida con la información que obra ahora en su poder.

Antonio F. Muro

No hay comentarios: