martes, 28 de noviembre de 2006

Profecía Cancún...


CANCÚN En un fértil rincón del paraíso, donde el mar desbordó su cromatismo y los astros fueron tantos que me abismo de tan solo pensar en quién los hizo, trazaron testaferros sin pericia cuadrículas voraces de progreso, curtidas de placeres y embeleso, tratando de esconder su atroz codicia; se erigieron los templos al ser-vicio del olvido del ser y el hedonismo, levantando las cúpulas del vicio oficiaron su credo en el abismo. De allende los confines de esta tierra llegaron inmigrantes, que en su seno, cortaron la raíz que los aferra a su origen tutelar, en pos del sueño. Sus ser-viles ejércitos plantaron la rodilla al dador de los dineros, el que humilla al andar los derroteros del sagrario solar que profanaron. Guardianes impertérritos y dueños tatuaron a su vez con un enigma la piel atribulada en los empeños de un placer huidizo que la estigma... ...los seres sin edad royeron dientes de las bocas gulosas, sin piedad, y en el signo veraz de esa oquedad, hablaron del vacío de estas gentes... ...a las hordas aéreas comandaron, y cargadas de males y recetas, del ser-vil la epidermis perforaron, inyectando veneno con lancetas... ...las lúbricas miradas que sin mengua los pornógrafos del ver atrevieron, por enmienda, de callos las cubrieron los dueños, con un toque de su lengua... ...aquellos que en un rapto de lujuria aventaron la piel al manoseo, hallaron en el rito del aseo toxina que la pudre y que la injuria... ...y los hombres de otras latitudes, que impusieron sus aires y concretos, inhalan de sus máquinas discretos enemigos del fuelle, ¡no lo dudes! Me declaro extranjero ¡Tierra amada! de estos lares conversos y perdidos, y a distancia te escucho los latidos de dolor por tu dicha hipotecada. Sólo queda mi voz como testigo, y es la voz de tus hijos exiliados de esta tierra, que vierte su castigo por igual a proxenetas y criados. No callo por pudor tus maldiciones pues conozco tu plan: es profecía que pronto llegará el negro día en que limpies tu faz con los ciclones. He aquí la palabra del que ve, el que aún tenga ojos la verá, el que escuche, quizás escuchará; ¡pobre de aquel que no me cree! Tepantzin Tlacaztalli – Iván Ardila Anzúres Mexihco-Tenochtitlan 17 de septiembre del 2002, 8:16 A.M. "Todo lo compuesto es perecedero, perseverad con ahínco" Últimas palabras del Buda histórico, Shakyamuni...




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