TOLERANCIA ZERO
Los mercaderes de nicotina lograron ocultar durante decenios los daños a la salud que el tabaco causa a los fumadores activos y apenas recientemente se han tomado medidas a favor de los fumadores pasivos, insuficientes en los mejores casos y en los otros puramente simbólicas.
Este vicio tardó centenares de años en esparcirse por el planeta desde América. Los muertos por su culpa suman millones y día con día aumentan. La adicción que causa el alcaloide del tabaco no es sólo sicológica, también es física. Además es una de las tres adicciones más comunes por el orbe de nuestro mundo y de las que más ingresos causan a los vendemuerte. Sus otros dos grandes negocios son el alcohol y el teléfono móvil.
Para los licores ha sido evidente desde que se tiene registro histórico su toxicidad, por lo que el negocio del alcohol nunca intentó siquiera erigirse en defensor de su producto en contra de sus detractores. Lo único que no ha dejado de hacer ha sido promoverlo de múltiples formas, tantas como la prostituta del arte, la publicidad, le ha permitido de la mano de laxas leyes. Pero el caso de la segunda adicción legal, el tabaquismo, merece detenerse a revisarlo por lo menos de manera general porque es el antecedente paradigmático del triunfo del horno de microondas portátil: el teléfono móvil.
El peligro que conlleva la planta de tabaco fue evidente para algunos desde el principio, su uso por los primeros que tuvieron contacto con ella estaba y está restringido al tiempo y lugar sagrado de las ceremonias de los hombres y mujeres medicina (chamanes, vulgo dixit). En el lenguaje iconográfico americano el glifo que la representa está conformado por tres imagenes: la planta en sí y un hombre con gesto de ansiedad y terror atado, enlazado o encadenado a ella por medio de un mecate, lazo o cadena. Un ser apresa a otro que se ha acercado de más a él. Es evidente el mensaje.
Incluso a la llegada del tercer descubridor de este continente, el hombre europeo, circulaba una profecía que advertía que el blanco le faltaría al respeto al espíritu de la planta sacra del tabaco y éste en respuesta se vengaría duramente de aquellos que le profanaran de cualquier forma.
El glifo profético y la profecía oral no sirvieron para detener el inmenso negocio que el occidental encontró en un vegetal que convertía a sus profanadores en esclavos sin voluntad.
Acompañaron al debut en el mercado de la nicotina voces disidentes que evidenciaron los efectos adversos que se comenzaban a constatar en sus usuarios: doctores de todas latitudes divulgaron sus observaciones restringidos al ámbito de las publicaciones especializadas. No fueron escuchados.
Después los testimonios dejaron la pequeña escala del consultorio y saltaron a las grandes ligas: empezaron a surgir las evidencias estadísticas de correlaciones significativas entre el uso del estupefaciente y la merma de la salud de sus consumidores.
La industria tabacalera se alarmó y decidió actuar con firmeza. Ordenó estudios a científicos sobornados con jugosos lingotes para demostrar lo contrario o por lo menos para argüir la inocuidad de su droga y durante mucho tiempo se le intentó creer a las aseveraciones de esos malabaristas de las matemáticas y de la ciencia, sobre todo porque quienes hacían las leyes en el Congreso estaban forrados también de billetes para creer lo que fuera.
A Dios gracias, la verdad termina siempre desplazando la mentira. Ahora nadie puede negar que fumar enferma de miles de formas. Digna es de destacarse la creatividad que el ánima del tabacum nicotinum ha tenido para vengar la afrenta de quien acude a ella sin el debido respeto, es decir, sin ser parte de un ritual indio de sanación como oficiante, recipendario o testimoniante, como fue en las ceremonias de curación de María Sabina.
A pesar de que cualquier cuerdo no dudaría de la toxicidad del cigarrote, todavía existen adictos y cómplices suyos que ignoran que llevar ésta consciencia hasta sus últimas consecuencias pasa por reconocer que el humo de segunda mano es a veces más dañino para los fumadores pasivos que el que inhala directamente un drogadicto: ¿cuántos siguen exponiendo a los niños al neblumo de las 6000 toxinas y los 40 cancerígenos?
Si coincides con lo escrito ten fé, en algún momento cercano conseguiremos juntos que la permisividad al humo mortal y enfermizo sea nula. Tiene nombre este asunto, se le llama:
TOLERANCIA ZERO
...mientras trabajamos por este destino para nosotros y para todos, te invito a enterarte de una noticia idéntica, pero sobre un negocio que genera muchos, muchos más millones de dolares y que ha logrado posicionarse en menos tiempo y en más personas que la basura de la nicotina.
Click aquí (información veraz sobre el teléfono y la radiación).
Los mercaderes de nicotina lograron ocultar durante decenios los daños a la salud que el tabaco causa a los fumadores activos y apenas recientemente se han tomado medidas a favor de los fumadores pasivos, insuficientes en los mejores casos y en los otros puramente simbólicas.
Este vicio tardó centenares de años en esparcirse por el planeta desde América. Los muertos por su culpa suman millones y día con día aumentan. La adicción que causa el alcaloide del tabaco no es sólo sicológica, también es física. Además es una de las tres adicciones más comunes por el orbe de nuestro mundo y de las que más ingresos causan a los vendemuerte. Sus otros dos grandes negocios son el alcohol y el teléfono móvil.
Para los licores ha sido evidente desde que se tiene registro histórico su toxicidad, por lo que el negocio del alcohol nunca intentó siquiera erigirse en defensor de su producto en contra de sus detractores. Lo único que no ha dejado de hacer ha sido promoverlo de múltiples formas, tantas como la prostituta del arte, la publicidad, le ha permitido de la mano de laxas leyes. Pero el caso de la segunda adicción legal, el tabaquismo, merece detenerse a revisarlo por lo menos de manera general porque es el antecedente paradigmático del triunfo del horno de microondas portátil: el teléfono móvil.
El peligro que conlleva la planta de tabaco fue evidente para algunos desde el principio, su uso por los primeros que tuvieron contacto con ella estaba y está restringido al tiempo y lugar sagrado de las ceremonias de los hombres y mujeres medicina (chamanes, vulgo dixit). En el lenguaje iconográfico americano el glifo que la representa está conformado por tres imagenes: la planta en sí y un hombre con gesto de ansiedad y terror atado, enlazado o encadenado a ella por medio de un mecate, lazo o cadena. Un ser apresa a otro que se ha acercado de más a él. Es evidente el mensaje.
Incluso a la llegada del tercer descubridor de este continente, el hombre europeo, circulaba una profecía que advertía que el blanco le faltaría al respeto al espíritu de la planta sacra del tabaco y éste en respuesta se vengaría duramente de aquellos que le profanaran de cualquier forma.
El glifo profético y la profecía oral no sirvieron para detener el inmenso negocio que el occidental encontró en un vegetal que convertía a sus profanadores en esclavos sin voluntad.
Acompañaron al debut en el mercado de la nicotina voces disidentes que evidenciaron los efectos adversos que se comenzaban a constatar en sus usuarios: doctores de todas latitudes divulgaron sus observaciones restringidos al ámbito de las publicaciones especializadas. No fueron escuchados.
Después los testimonios dejaron la pequeña escala del consultorio y saltaron a las grandes ligas: empezaron a surgir las evidencias estadísticas de correlaciones significativas entre el uso del estupefaciente y la merma de la salud de sus consumidores.
La industria tabacalera se alarmó y decidió actuar con firmeza. Ordenó estudios a científicos sobornados con jugosos lingotes para demostrar lo contrario o por lo menos para argüir la inocuidad de su droga y durante mucho tiempo se le intentó creer a las aseveraciones de esos malabaristas de las matemáticas y de la ciencia, sobre todo porque quienes hacían las leyes en el Congreso estaban forrados también de billetes para creer lo que fuera.
A Dios gracias, la verdad termina siempre desplazando la mentira. Ahora nadie puede negar que fumar enferma de miles de formas. Digna es de destacarse la creatividad que el ánima del tabacum nicotinum ha tenido para vengar la afrenta de quien acude a ella sin el debido respeto, es decir, sin ser parte de un ritual indio de sanación como oficiante, recipendario o testimoniante, como fue en las ceremonias de curación de María Sabina.
A pesar de que cualquier cuerdo no dudaría de la toxicidad del cigarrote, todavía existen adictos y cómplices suyos que ignoran que llevar ésta consciencia hasta sus últimas consecuencias pasa por reconocer que el humo de segunda mano es a veces más dañino para los fumadores pasivos que el que inhala directamente un drogadicto: ¿cuántos siguen exponiendo a los niños al neblumo de las 6000 toxinas y los 40 cancerígenos?
Si coincides con lo escrito ten fé, en algún momento cercano conseguiremos juntos que la permisividad al humo mortal y enfermizo sea nula. Tiene nombre este asunto, se le llama:
TOLERANCIA ZERO
...mientras trabajamos por este destino para nosotros y para todos, te invito a enterarte de una noticia idéntica, pero sobre un negocio que genera muchos, muchos más millones de dolares y que ha logrado posicionarse en menos tiempo y en más personas que la basura de la nicotina.
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