viernes, 5 de enero de 2007

HIPERPERMEABILIDAD INTESTINAL

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LA HIPERPERMEABILIDAD INTESTINAL PUEDE PROVOCAR O AGRAVAR NUMEROSAS PATOLOGÍAS

La media tonelada de alimento que -aproximadamente- ingiere cada persona en un año sirve no sólo de combustible para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo sino también para reconstruir o reparar los daños que a lo largo de la vida se producen en el organismo. Y aunque el alimento se procesa a lo largo de todo el sistema digestivo en este artículo vamos a centrarnos en la actividad del intestino delgado y, sobre todo, en los trastornos derivados de las alteraciones en la permeabilidad intestinal ya que en la actualidad estos trastornos son causa de un importante número de patologías. Veamos pues primero de manera somera cómo es y qué actividades lleva a cabo el intestino delgado y por qué razón su eficacia es de tan vital importancia.El intestino delgado es un largo tubo retorcido que une el estómago con el intestino grueso. Su superficie interior es de aproximadamente 18,6 m2 y, por tanto, diez veces mayor que la superficie total de la piel. De hecho puede llegar a los 100 m2 si consideramos las pequeñas vellosidades que sobresalen del revestimiento intestinal. Y si bien son muchas las estructuras presentes en esta parte del aparato digestivo vamos a centrarnos sólo en aquellas que son de vital importancia para el tema que nos ocupa. La pared del intestino delgado tiene varias capas, entre ellas la mucosa -la que más nos interesa- que corresponde a la parte más interna. Y dentro de ella hay diferentes zonas, como el epitelio, donde se alojan las vellosidades que son estructuras en forma de dedos que aumentan la superficie interna y cuya principal función es la absorción. También encontramos células con actividad inmunitaria y células con actividad para secretar o sintetizar diferentes sustancias. Tal es su estructura. Veamos pues ahora cuál es su función y porqué debemos prestarle la atención debida.El intestino delgado participa en diferentes actividades. Así, -Interviene en muchas reacciones inmunitarias. De dos formas. Por un lado, mediante una inmunidad no específica mediada por diferentes sustancias -como los jugos gástricos que poseen propiedades bactericidas gracias a su acidez-, el propio movimiento del intestino -que facilita la eliminación rápida de sustancias peligrosas-, el mantenimiento de una flora intestinal equilibrada -donde las bacterias saprófitas o beneficiosas impiden la proliferación de las bacterias patógenas o el propio desequilibrio de las saprófitas- y, por último, diferentes sustancias que eliminan la acción de elementos patógenos. Y por otro, disponemos de unas defensas específicas donde intervienen los linfocitos B y T, células especializadas en la producción de anticuerpos y de las placas de Peyer, formaciones que tienen la capacidad de reconocer y absorber antígenos y provocar respuestas inmunitarias específicas. -Participa en la digestión de los alimentos transformando grandes moléculas complejas en otras más pequeñas y simples.-Y, finalmente, selecciona la absorción de las sustancias digeridas. Este acto se lleva a cabo en las vellosidades del intestino que se encargan de permitir el paso desde el intestino a la sangre de todos los nutrientes necesarios (vitaminas, aminoácidos, grasas, etc.). Es a lo que se denomina permeabilidad intestinal y el hecho de que cada día pasen por el intestino delgado alrededor de 11,5 litros de alimentos digeridos, líquidos y secreciones gastrointestinales, y que sólo se eliminan por las heces unos 100 ml diarios nos da una idea del trabajo que realiza esta parte del aparato digestivo.En suma, las paredes intestinales son permeables con el fin de permitir o impedir el paso de diferentes sustancias. Por consiguiente actúa de vehículo o de freno según el tipo de sustancia que pretenda atravesar sus paredes.Hasta hace no mucho se pensaba que esta actividad era realmente efectiva pero nada más alejado de la realidad. Hoy se sabe que incluso en individuos sanos el intestino delgado no siempre es eficaz y ello se debe a que su capacidad depende de multitud de factores. Las infecciones intestinales, los productos tóxicos, el alcohol, los antiinflamatorios no esteroideos, los antibióticos, las dietas desequilibradas, determinadas bacterias que se encuentren en clara ventaja numérica respecto de su situación normal y que se adhieren al epitelio provocando inflamación del mismo, lesiones y la liberación de sustancias tóxicas (colibacilos, estafilococos, estreptococos, etc…), son responsables de una permeabilidad intestinal alterada. También debemos contar con el abuso que en nuestra sociedad occidental se hace de los productos cárnicos y grasas saturadas, de la cafeína, de los azúcares simples y de los aditivos -responsables todos ellos de la alteración de la flora intestinal- así como del consumo de aguas contaminadas y alimentos en mal estado. Obviamente el problema comienza cuando las paredes del intestino se inflaman como consecuencia de cualquiera de las razones expuestas y se convierten en paredes hiperpermeables.Pues bien, hay que decir que la hiperpermeabilidad intestinal está relacionada con muy diferentes patologías: la enfermedad de Crohn, la giardiasis, la candidiasis crónica, el asma, la artrosis, la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante, las alergias e intolerancias alimentarias, el síndrome de intestino irritable y otras enfermedades consideradas autoinmunes. Y el problema no acaba ahí. Porque cuando el intestino está inflamado es incapaz de procurar una absorción adecuada de los nutrientes y, por tanto, se convierte en el responsable de deficiencias nutricionales potencialmente peligrosas. Además en esas condiciones se dañan determinadas enzimas y otras sustancias con actividad detoxificadora sobre el intestino lo que empeora la situación y a su vez sobrecarga la actividad detoxificadora del hígado y las necesidades energéticas del organismo por lo que aparece la fatiga, se altera la función inmunitaria propia de las paredes intestinales -y, por ende, su capacidad-, se favorecen las infecciones -ya que permiten el paso de bacterias y virus de forma indiscriminada- y se permite el paso de alimentos mal digeridos que son causa de numerosas alergias e intolerancias alimentarias.Cabe señalar en todo caso que la situación contraria también es responsable de alteraciones ya que una permeabilidad intestinal minimizada puede ser causa de mala absorción y provocar deficiencias nutricionales a pesar de que la ingesta de alimentos sea la adecuada. RECOMENDACIONES GENERALESPara evitar los problemas mencionados hay pues que: Masticar y ensalivar bien los alimentos. Tratar de eliminar -si se conoce- la causa de las posibles inflamaciones intestinales. Evitar o eliminar el consumo de alcohol y picantes. Evitar el café ya que los componentes que le dan su aroma son especialmente irritantes de la mucosa intestinal; incluso cuando es descafeinado. Evitar el excesivo consumo de carnes, grasas y sus derivados. Evitar la "comida basura". Asegurarse una buena ingesta de vegetales y frutas. Sustituir el azúcar blanco y las harinas refinadas por azúcares y harinas completos. El azúcar blanco, en particular, es irritante de la mucosa y favorece la proliferación de bacterias como la Helicobacter Pylori. Aumentar el consumo de fibra, sobre todo de tipo soluble. Ingerir alimentos ricos en enzimas digestivas para mejorar la degradación de los mismos. Evitar aquellos alimentos que actúen irritando las paredes intestinales. Evitar los alimentos fritos ya que generan sustancias irritantes para el intestino como la acroleína y el ácido butírico. También se debe evitar la leche ya que la lactosa que contiene no es bien digerida por muchas personas produciéndolas irritación y disbacteriosis. ALIMENTOS ADECUADOS Aguacate. Es suavizante, desinflamatorio y protector de la mucosa. Ajo. Es un antibiótico natural que permite el reequilibrio de la flora intestinal normal. La ligera irritación que produce su ingesta estimula la producción de prostaglandinas antiinflamatorias que protegen la mucosa gástrica. Lo adecuado es comenzar por una pequeña cantidad e ir aumentándola progresivamente. Alfalfa. Contiene enzimas que mejoran los procesos digestivos y combaten las fermentaciones. Alimentos probióticos. Ayudan a reequilibrar la flora bacteriana intestinal. Alimentos ricos en fibra. Presente en frutas, verduras y hortalizas. Arándanos. Son importantes en casos de disbacteriosis intestinal. Arroz integral. Es un normalizador del tracto intestinal. Avena. Aporta fibra soluble y es protectora y normalizadora del tránsito intestinal. Es recomendable tomarla en copos. Calabaza. Protectora de la mucosa. Cebolla. Actúa como antibiótico natural sobre las bacterias que pueden afectar al aparato digestivo respetando la flora bacteriana normal. Col. Es antiinflamatoria de la mucosa gástrica por su contenido en glutamina. Preferiblemente debe tomarse cruda en jugo fresco. Se deben tomar varias cucharadas al día con el estómago vacío, 10 minutos antes de las comidas. Cúrcuma. Es importante por su acción antibacteriana. Germinados. Contribuyen a regenerar la flora intestinal alterada. Granada. Es antiinflamatoria de la mucosa. Manzana. Contiene fibra y taninos que desinflaman la mucosa digestiva. Membrillo. Es antiinflamatorio de la mucosa gástrica. Se recomienda utilizarlo cocido y en forma de puré. Miel. Es cicatrizante y puede actuar frente a determinados gérmenes como el Helicobacter Pylori. Papaya. Además de ser rica en papaína (enzima digestiva) ejerce también una acción antiséptica contra numerosos gérmenes patógenos. Piña. Contiene bromelaína, que facilita la digestión de las proteínas. Tapioca. Tiene capacidad suavizante, desinflamatoria y regeneradora de la mucosa intestinal. Zanahoria. Por su contenido en pectina y betacaroteno mantiene en buen estado la mucosa intestinal. COMPLEMENTACIÓN Fibra: tiene capacidad para reducir la presencia de toxinas bacterianas en el tracto intestinal. Probióticos (lactobacillus, bifidobacterias y algunos cocos gram positivos): facilitan la producción y aumento de la biodisponibilidad de vitaminas como las B1, B2, B6, B12, nianina, biotina, ácido fólico y ácido pantoténico, y tienen una decisiva actividad antimicrobiana y restauradora de la mucosa intestinal dañada. Son capaces de inhibir el crecimiento de la Candida Albicans, la E. coli y otras bacterias peligrosas. La cepa de Bulgaricus LB-51 es responsable de restaurar la capacidad funcional del sistema inmune dependiente de la mucosa intestinal. Enzimas digestivas: responsables de la degradación de grandes moléculas en otras más pequeñas y digeribles; además tienen actividad antiinflamatoria y favorecen la eliminación de sustancias tóxicas. FOS (fructooligosacáridos): son el alimento perfecto para la flora intestinal pues la protege favoreciendo su equilibrio -sobre todo del tipo Bífidus- impidiendo el crecimiento de organismos patógenos. L-Glutamina: es especialmente eficaz para tratar las infecciones intestinales y la excesiva permeabilidad intestinal. Su actividad aumenta si va unida a la L-arginina. Vitamina A: actúa neutralizando diferentes sustancias tóxicas y promoviendo una buena actividad de la mucosa intestinal. Indol-3-Carnibol: promueve la detoxificación del hígado y del intestino. Vitaminas del grupo B: son indispensables para el mantenimiento de la mucosa intestinal y de la salud del aparato digestivo ya que intervienen en la absorción y metabolismo de los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas.

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